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La Habana, Cuba. – Los últimos Juegos Panamericanos acontecieron en Lima, Perú, hace cuatro años.

Algunas vivencias no quedaron en cámaras ni llamaron la atención de los medios de comunicación o el gran público, pero perduraron en el llanto, el esfuerzo, la emoción y la entrega de nuestros deportistas y sus familiares.

Cómo olvidar la brillante medalla de plata de Lisandra Guerra en el keirin por la dosis de sacrificio que inspiró al estar casi un año sin competencia internacional y haber dejado solo a su hijo Thiago, enfermo la noche anterior.

También quedó en memoria el gesto de Leuris Pupo con su compañero Jorge Félix Álvarez, quien se erigió campeón, pero el holguinero fue el primer en levantar su mano para felicitarlo. Podrán pasar años, y quizás no se repita en el tiro deportivo. Pero al menos el nuevo campeón panamericano, Jorge Félix, no lo olvidará nunca.

La rueda trasera de Arlenis

De los hechos más recordados de los Panamericanos de Lima, hay uno relacionado con el ciclismo. Aunque no estaba previsto desde el inicio para la contrarreloj, Arlenis Sierra quería correrla.

Sabía que sus mayores posibilidades de oro estaban en la ruta, pero ella es de las indomables, de las guerreras más altas sobre corceles metálicos.

A pesar de revisar, de apretar ella misma cada tuerca, ese día la rueda trasera le jugó una mala pasada. Apenas salió de la rampa se percató y solo optó por darle riñones hasta vencer los 18 kilómetros.

El octavo puesto era impensable para otros si hubieran tenido que pedalear así. No me gusta perder por la bicicleta. Si pierdo que sea porque otras sean mejores, repetía con rabia y tristeza. Dos días después nadie pudo vencerla en la ruta. La rueda trasera se portó de maravillas, a la altura de su jinete.