Sin dudas, la victoria del persistente candidato progresista Andrés Manuel López Obrador en las recientes elecciones presidenciales mexicanas, no solo tiene importantes repercusiones nacionales, sino también en el ámbito regional.

Se trata del triunfo de un programa de corte popular que resume, en primer término, el deseo de cambio de una sociedad carcomida por la corrupción, la desigualdad, la demagogia política y la violación de las leyes.

Enfrentada además ahora a un vecino poderoso que desde el Norte arremete contra todo lazo sensato y objetivo a escala internacional.

López Obrador ganó inobjetablemente a pesar de las denuncias sobre acciones fraudulentas y episodios de violencia, lo que evidencia la fuerza con la cual sus propuestas han sido aceptadas por la mayoría de los mexicanos.

Una paso trascendente

Para las fuerzas latinoamericanas y caribeñas que abogan por cambios positivos y por un entorno regional equilibrado y en paz, la victoria de López Obrador en las elecciones presidenciales mexicanas es un importante aliciente.

Se trata de que una de las naciones más influyentes del área puede encaminarse ahora por rutas más edificantes y trabajar en profundidad en favor, no solo de sus ciudadanos, sino de todo el Sur del Hemisferio en su conjunto.

Un importante acontecimiento sin dudas, cuando desde el Norte, y con la complicidad de la ultraderecha regional, se intenta subvertir todas las experiencias políticas progresistas en nuestra zona geográfica y reconvertir a América Latina en el dócil y expoliado traspatio de Washington donde perpetuar sus intereses.

Un camino promisorio

En sus primeras apariciones públicas luego de su triunfo electoral, López Obrador ha mostrado una madurez política encomiable.

Sin dejar de reconocer las diferencias muchas veces profundas que tiene con la política interna mexicana hasta el presente, ha sido conciliador, unitario, respetuoso, abierto y honesto en sus planteamientos.

Es evidente que, mediante la apertura al pueblo y la consulta a las masas, está decidido a combatir los males locales que han llevado al ocaso a una nación vital en nuestro hemisferio.

Y esa posición franca y a la vez vertical lo proyecta como un líder que puede hacer mucho en favor de sus compatriotas y de nuestra zona geográfica.

Un golpe a los intereses internos y externos que parecen conjurados en hundirnos una vez más.