La Habana, Cuba. – La violencia que sufre Ecuador pone tempranamente a prueba al gobierno de Daniel Noboa, y demuestra los peligros del enflaquecimiento del Estado, instrumentado por el exmandatario Lenín Moreno hasta hace tres años.
El cierre de ministerios y otros centros restaron poder institucional, afectaron la seguridad y desprotegieron a la ciudadanía, mientras la injusticia contribuía al auge de la delincuencia. Lo importante era reducir el gasto social.
Así se entronizaron el narcotráfico y el crimen organizado, y las cárceles superpobladas se convirtieron en escenario de una violencia que asaltó las calles.
Luego, las medidas de fuerza del expresidente Guillermo Lasso no lograron retomar el control, y Ecuador terminó 2023 como el país más violento de Latinoamérica. Esos son los antecedentes del terror que se vive hoy.
Un país con guerra interna
Estallidos de coches bomba, explosivos contra instituciones y residencias, tiroteos, secuestros, y hasta la toma de un canal televisivo en la ciudad de Guayas han formado parte del accionar violento que pretende infundir el terror entre la población.
Pero los actos delincuenciales son, sobre todo, un desafío al Gobierno, desatado menos de un día después de que este decretara el estado de excepción para que policías y militares pudieran poner orden en las penitenciarías.
Consciente de que retroceder sería suicida para él y la sociedad, el Presidente respondió decretando conflicto armado interno y la consideración de las mafias como grupos terroristas, lo que faculta a las fuerzas armadas y del orden a actuar en consecuencia.
En dependencia de su desempeño, la situación podrá ser controlada, o más explosiva.