La Habana, Cuba. – Ninguna cubana ha alcanzado hitos tan altos en nuestra historia patria como la santiaguera Mariana Grajales Coello.

Entre sus méritos no solo se encuentra el de haber participado en las luchas independentistas contra el dominio colonial español en el siglo XIX; sino que sobresale su gesto instando a sus hijos y esposo a pelear por Cuba libre.

Nacida en Santiago de Cuba, el 12 de julio de 1815, a Mariana le tocó vivir una época de hostilidad a su raza e inhumana represión.

Tronco fecundo de la familia Maceo-Grajales, a Mariana, una mujer de recia solidez cívica y extraordinario sentido de la dignidad, le atormentaba la esclavitud que veía en su entorno y la lucha por la independencia, a la que se volcó apenas iniciada la Guerra del 68.

Madre heroica

Verdadera maestra”, según la historiadora Leyda Oquendo, a Mariana se le recuerda no solo por ser la progenitora de los aguerridos Maceo, sino por ser denominada Madre de la Patria, por Ley de la República de Cuba, aunque mucho antes el pueblo la proclamara como tal.

Diez años estuvo Mariana en la manigua, sin que se lograse los objetivos por el cual se había batallado fieramente.

La firma del Pacto del Zanjón fue un momento triste de la historia, salvada por la honrosa e intransigente postura revolucionaria de su Antonio, quien junto a su hermano José y otros dignos mambises se opusieron al mismo. Pese a todo, el Zanjón fue una realidad y Mariana se vio precisada a salir de Cuba e instalarse con su familia en Jamaica.

Intransigentes, como ella, Antonio, encarnación de su casta, legó a la historia la Protesta de Baraguá, que engrandeció a la patria.

Paradigma de mujer

En su exilio de Jamaica, Mariana se unió a su familia en la ingente labor de crear los clubes patrióticos.

Allí falleció el 27 de noviembre de 1893. “Ella, la madre que acabo de perder, me honra con su memoria de virtuosa matrona”, escribiría Antonio en respuesta a una carta de Martí, quien había manifestado siempre su devoción por ella.

Su hijo Antonio fue el artífice de la épica invasión que en tres meses hizo que se llevara la guerra al extremo más occidental del país.

Los restos de Mariana reposan hoy en el Cementerio Patrimonial de Santa Ifigenia. El ejemplo de su vida forma parte de las mejores tradiciones patrióticas de nuestro pueblo y es un acicate para que brote en las nuevas generaciones la admiración y respeto por esa mujer grandiosa que acunó a hijos tan dignos como ella misma.