La Habana, Cuba. – Al llegar a 80 y tantos los cumpleaños de Pedro, vinieron a celebrarlo hijos, nietos y biznietos, tanto los que viven cerca como los que viven lejos.

Con mariachis y tequila (como le gusta al abuelo), esparcieron por la cuadra el júbilo del festejo, y bailó el octogenario lo mismo que el más pequeño.

Da gusto ver la familia que vuelve al hogar paterno a celebrar al patriarca fundador de los cimientos. Siempre habrá días amargos de incomprensión, y polémicos, pero al final la concordia reanuda sus lazos luego, pues lo que funda el amor nada puede disolverlo.

Así debemos andar los cubanos de estos tiempos, hermanos más que vecinos, hijos de los mismos sueños, amigos y compatriotas los de afuera y los de adentro, teniendo por casa a Cuba, por familia a todo un pueblo.

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