La Habana, Cuba. – En viejos pliegos se lee, que por más de dos siglos “se observó en La Habana la fatal y perniciosa práctica de enterrar los cadáveres en las iglesias”.

La idea de acabar con ello fue del Capitán General Don Luis de las Casas, quien no pudo realizarla por desacuerdos con el Obispo Felipe de Trespalacios y otras trabas, para comprar un terreno destinado al cementerio.

Su sucesor, Don Juan de Espada y Landa, empezó en 1804 las obras de un camposanto en la zona extramuros de San Lázaro, cerca del actual hospital Hermanos Ameijeiras, lo que fue un gran avance.

Luego se iniciaron otras faenas donde ahora se encuentra el Cementerio de Colón, que antes estuvo fuera del límite de la ciudad.

Con el traslado de la población para esa zona, las 56 hectáreas del cementerio, donde se aprecian miles de obras de arte funerario, quedaron dentro de la urbe capitalina.

Curiosidades de necrópolis habanera

Conjunto escultórico de mármol blanco, del escultor habanero José Vilalta de Saavedra ubicado en la Puerta Norte

La primera piedra del Cementerio de Colón se puso el 30 de octubre de 1871, cerca de la llamada Puerta Norte, considerada su entrada principal.

Ahí estaban las autoridades de la época y el arquitecto gallego Don Calixto de Loira y Cardoso a quien, por pura coincidencia, lo enterraron poco antes de concluir la obra, el 29 de septiembre del año siguiente, en la Galería de Tobías.

En la necrópolis se destaca la Puerta Norte, que forma un gran arco de triunfo de tres partes, donde sobresale la central con 21 metros de alto, para la entrada de cortejos fúnebres, y dos accesos para peatones.

A inicios del siglo XX, se le puso encima un conjunto escultórico de mármol blanco, del escultor habanero José Vilalta de Saavedra, que representa las tres virtudes teogales y una leyenda en latín que dice: Soy la Puerta de la Paz.

Uno de los cementerios más famosos del mundo

Tumba de Máximo Gómez

Hace más de tres décadas, el Cementerio de Colón fue declarado Monumento Nacional y está entre los 5 más famosos del mundo, por lo que es un gran museo al aire libre.

Ahí reposan los restos de figuras cubanas y foráneas de las ciencias, las artes y la historia, como los escritores Rafaela Chacón, Alejo Carpentier y Dulce María Loynaz; el científico francés André Voisin, las cantantes Rita Montaner y Paulina Álvarez, y el Generalísimo Máximo Gómez.

El primer monumento de la necrópolis habanera se dedicó a la familia de Don Pedro Nolasco Abreu, padre de la patriota villaclareña Marta Abreu, y otro a los padres de José Martí, Leonor Pérez y Mariano Martí.

Ahí hay nombres de inmigrantes de todos los continentes, lo que reafirma que, como dijo el sabio cubano Fernando Ortiz, el origen de los cubanos es un gran ajiaco.