Camilo Cienfuegos Gorriarán nació en 1932, en Lawton, una barriada habanera donde la pobreza no era asombro.

Y si bien los cubanos acudimos cada 28 de octubre a mares y ríos para enviarle una flor allí donde repose, pocas veces retomamos el 6 de febrero como otro homenaje al guerrero de 100 batallas.

Una vez fueron plantadas ese día, en su honor, rosas, sapulpe azul y califa verde; parecía que nacía otra hermosa tradición para recordar al hombre del sombrero alón; tal vez quedamos en el intento y la poesía de enseñar a sembrar para después enviarle esas mismas flores, quedó trunca.

Participante en protestas populares, luchador contra el batistato, expedicionario del Granma y rebelde legendario de la Sierra, a Camilo Cienfuegos Gorriarán, Cuba le otorgó el título honorífico de Héroe de Yaguajay y Señor de la Vanguardia.

El Señor de la Vanguardia

Cuando de Camilo Cienfuegos Gorriarán se habla es imposible soslayar su carácter raigalmente cubano; cuentan que era hiperquinético, pulcro, jaranero y hombre de pocos miedos.

Suelen verse fotografías del Señor de la Vanguardia, como el pueblo le llamó, sosteniendo un enorme tabaco, sin embargo, quienes lo conocieron aseguran que no era gran fumador y, cuando no había ceniceros, se hacía uno de papel; eso sí, era buen bebedor de café.

Vocación martiana, concepto de la unidad para alcanzar la victoria, contacto con la gente del pueblo al que nunca dejó de pertenecer, son otras virtudes de este cubano que solo vivió 27 años y que hoy, 6 de febrero, estaría de cumpleaños.

Ernesto Che Guevara dijo de Camilo Cienfuegos Gorriarán: “Fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra”.