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La Habana, Cuba. – Antes del triunfo de la Revolución, las mayores extensiones tabacaleras de Pinar del Río estaban bajo la propiedad de grandes empresas norteamericanas que, en zonas como San Juan y Martínez, acaparaban casi todas las vegas.

Posterior a 1959, y tras la aparición del genocida bloqueo, los mercados de la hoja comenzaron a cerrarse y el cerco también se aproximó a los insumos necesarios para materializar cada campaña.

El tabaco en Pinar del Río además del bloqueo fue víctima de la guerra bacteorológica emprendida por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, y a mediados de los 80 del pasado siglo, apareció en las vegas el Moho Azul, algo desconocido para muchos.

Pérdidas millonarias etorpercieron la cadena productiva de la hoja desde las plantaciones, hasta las casas de curar, despalillos y las fábricas torcedoras del mejor habano del mundo.

Crecer con innovación tecnológica

Sin soslayar las pérdidas ocasionadas por fenómenos hidrometeorológicos a la infraestructura tabacalera de Pinar del Río, el campesinado ha sabido sobreponerse a esas adversidades y las impuestas por el genocida bloqueo del gobierno estadounidense.

Y nos referimos a las cubiertas de las casas, los motores y sistemas de riego, abonos, fertilizantes, los tractores para roturar las tierras o la tela para las vegas de tabaco tapado.

Todo ese inventario que en sólo segundos se resume ya lleva más de seis décadas sorpotando el peso del cerco comercial, financiero y económico del gobierno de Estados Unidos.

La innovación tecnológica ha hecho posible superarlo en ocasiones y en eso tienen que ver los investigadores de la Estación Experiemental del Tabaco de San Juan y Martínez, con la creación de variedades productivas resistentes a plagas y enfermedades.