Parafraseando un refrán, podría decirse que el mandatario saliente de la Casa Blanca «las mató… callando».
Bajo su apariencia de abuelo inofensivo y hasta tambaleante y olvidadizo, fue inflexible en el inmoral respaldo a Israel, que finalmente aceptó un acuerdo con Hamas cuando él, Joe Biden, se va, y es un misterio todavía si el Presidente de Estados Unidos que asume este 20 de enero del 202, seguirá protegiendo a Netanyahu. Su ilimitada entrega de armas a Ucrania fomentó también el conflicto entre esa nación y Rusia secundado por la OTAN que, como él, pretendía aniquilar el poder de Moscú.
En contraposición y con aparente conciencia, Biden reincorporó a su país a entidades de las que se había autoexcluido como la Unesco, y hasta presentó iniciativas para contribuir a la lucha contra el cambio climático. Pero nada resarce del mal que causó al fomentar dos guerras.
Nuevos conflictos.
Si Biden «las mató callando», el mandatario que llega a la Casa Blanca «las matará vociferando».
Aunque Donald Trump ha prometido acabar el conflicto en Europa —lo que lograría retirando el sostén a Ucrania—, sus amenazas contra el libre ejercicio soberano de países como Canadá, Panamá y México, junto a sus reiteradas ambiciones sobre Groenlandia, anuncian un mandato de tensiones.
Amparado en su eslogan American First, Trump tampoco vacilará en avivar la guerra comercial mantenida por Biden contra China, o contra cualquier otro émulo de la pretendida superioridad estadounidense.
Eso sí: superará con creces a su antecesor en el maltrato a los inmigrantes, primer blanco de sus diatribas, y a los que, reiteró este domingo, deportará masivamente desde esta noche… En los cuatro años que siguen, todavía al mundo le queda mucho y malo por ver.