Gran cantidad de zonas agrícolas quedaron bajo las aguas

La Habana, Cuba. – Los aguaceros le cambian la vida a cualquiera. Ese es un aserto que los cubanos aprendimos hace mucho tiempo.

Nadie está exento de sufrir, de una manera u otra, el impacto de la lluvia, sobre todo si las aguas son sostenidas y copiosas.

Precipitaciones e inundaciones provocan sucesos dramáticos, más allá de la eventual pérdida de vidas humanas. Casas destruidas o seriamente dañadas, plantaciones arruinadas, el transporte paralizado o simplemente la imposibilidad de salir a la calle, son contratiempos que modifican la cotidianeidad en un pestañazo.

En estos días de tormenta, cuando aún no ha empezado de manera oficial la temporada ciclónica, la llegada de Alberto trastocó el normal desenvolvimiento del país, porque ha habido lluvias en casi toda la larga y estrecha geografía nacional. Hemos ido otra vez a los extremos: de la sequía a las inundaciones.

Daños a la economía

Más allá de la incidencia en lo individual, es decir sobre las personas y las familias, los aguaceros de estos días tienen impacto en el quehacer colectivo, pues afectan a la economía nacional.

Además de los daños materiales, de las pérdidas de cosechas y recursos, mover a miles de evacuados tiene un costo muchas veces alto, aunque preservar la vida no tiene precio.

En el ámbito económico, los daños seguro tendrán una expresión dañina a cuantificar en las próximas semanas, porque habrá que reconstruir y resembrar allí donde se pueda. Por otro lado, la interrupción de carreteras y la suspensión de servicios de transporte por trenes y ómnibus parten en dos al país y trastocan la relación entre Occidente y Oriente.

Estas lluvias conjuraron la sequía, pero nos dejarán daños por el duro golpe que ahora nos propina el agua.