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Decenas de solicitudes de juicio político al expresidente brasileño, quedaron archivadas en el Congreso durante los cuatro años de mandato de Jair Bolsonaro.

Otros dos después de dejar el poder, el manto de la impunidad ha caído y parece que la justicia, finalmente, podrá atraparlo.

El entonces Jefe de Estado fue acusado reiteradamente por negacionismo al no implementar las medidas necesarias para enfrentar la Covid-19, entre otros delitos relacionados con la pandemia que sumaron 123, y salvó el pellejo por su ascendencia sobre el jefe de la Cámara, Rodrigo Maia, quien nunca dio curso a los pedidos de impeachment; gracias al respaldo de los militares, y al de sectores de la sociedad prestos a seguirle, quienes conforman lo que se conoce como bolsonarismo.

Juicio aleccionador.

La causa en contra de Jair Bolsonaro, intenta juzgar sus responsabilidades en la organización de una asonada para impedir que Lula asumiera el poder en enero de 2023, lo que se verificó en el posterior asalto a la sede de los tres poderes en Brasilia.

Se le señalan tres delitos a Bolsonaro, y a 32 de sus colaboradores: intento de golpe de Estado, abolición violenta del Estado Democrático de Derecho y liderazgo de una organización criminal armada.

Pero el proceso no estará establecido hasta que el Tribunal Supremo analice el descargo de la Fiscalía, y dé el visto bueno.

Tan importante como hacer que el líder ultraderechista pague por sus acciones desestabilizadoras y magnicidas, sería el mensaje que enviaría la presencia de Bolsonaro ante las cortes: Que no hay impunidad. Que no se repita.

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