La Habana, Cuba. – El uso del Interferón cubano entre los medicamentos con que China ha enfrentado el nuevo coronavirus, ha puesto en actualidad a la industria biotecnológica cubana, nacida hace más de 30 años.

Parecía un sueño afiebrado la idea de Fidel Castro de desarrollar la ingeniería genética en una nación subdesarrollada, con una economía precaria y dependiente de las importaciones. Sin embargo, el país abrió su primer centro de ese tipo en  1986 y comenzó una apuesta que se mantuvo incluso en los peores momentos del Período Especial.

No era solo explorar un nuevo sector económico, sino poner en función de la salud el gigantesco capital científico de la nación. Comenzaba el país a andar por un camino que nos llevaría a éxitos insospechados en un campo en el que pocos cubanos se habían destacado.

Fármacos únicos

En poco más de tres décadas, la industria biotecnológica nacional ha logrado medicamentos que son únicos en el mundo y cuyos primeros beneficiarios son los cubanos.

El PPG, que ayuda a disminuir el colesterol malo y a elevar el bueno; el Heberprot- P, que sana úlceras complejas del pie diabático, o catorce fármacos contra el cáncer, dan fe del éxito en Cuba de una actividad que es casi privativa de las naciones ricas y desarrolladas.

De cara al futuro, los retos siguen siendo grandes, como grande es el capital científico nacional, capaz de garantizar la investigación y desarrollo de nuevos fármacos como los cinco candidatos vacunales anti Covid-19.

No fue entonces una casualidad que las autoridades chinas requieran del Interferón cubano para enfrentar al coronavirus. Es apenas otra evidencia de que la biotecnología cubana pasó del sueño a la realidad.