Por: Joel García

La ciudad brasileña de Sao Paulo, considerada en la primera década del 60 del siglo pasado no solo la urbe más populosa de ese país, sino de toda Sudamérica, acogió la cuarta edición de los Juegos Panamericanos.

Por primera vez las mujeres compartieron con los hombres la Villa Panamericana, al tiempo que se introdujo Fotofinish en atletismo y se redujo, como se había acordado, de 3 a 2 el máximo de atletas por país en pruebas individuales.

El estadounidense Ralph Boston desató ovaciones en el salto largo, cuando se quedó a DOS centímetros de romper el récord mundial de 8 metros y 13 centímetros, impuesto por Jesse Owens en 1936.

En total 24 nuevas marcas panamericanas fueron a los libros, divididas por partes iguales entre el atletismo y la natación.

Cuba, quinta  con 4 campeones

El ascenso de la delegación cubana en la tabla final de los cuartos Juegos Panamericanos, en Sao Paulo, lanzó la señal de lo que vendría años posteriores.

Enrique Figuerola en 100 metros, la esgrimista Mireya Rodríguez, el boxeador Roberto Caminero y la selección de béisbol fueron nuestros campeones en 1963.

En el caso de la pelota, con un desempeño acorde a su tradición, Cuba recuperó el cetro y triunfó 7 veces con solo un inesperado revés ante México 5 por 2.

De las cosas más inolvidables de aquella corona estuvieron los dos éxitos frente a Estados Unidos, 13 por 1 y 3 por 1, en ambas ocasiones con el estelar serpentinero Modesto Verdura, todo el tiempo en la lomita. También merece mencionarse al toletero Miguel Cuevas, de llamativo rendimiento.