La Habana, Cuba. – Los meses grises de julio, agosto y septiembre, en términos de incidencia de la COVID-19 en Cuba por la presencia de la variante Delta, van quedando en el recuerdo.

Indiscutiblemente, la eficacia y eficiencia de nuestras vacunas son las máximas responsables de la disminución de los indicadores de transmisión de la enfermedad y del retorno del país a la nueva normalidad.

Incluso, los niños cubanos, pioneros en la inmunización a nivel mundial, volvieron a sus aulas para abrazar al conocimiento. Sin embargo, la detección de la variante Ómicron del SARS-CoV-2 en el mes de noviembre, en Sudáfrica, ha levantado nuevamente las alertas.

Esta variante de preocupación se suma a las cuatro ya descubiertas y controladas: alfa (detectada en Reino Unido), beta (en Sudáfrica), gamma (en Brasil), y delta (en la India). Pero, ¿qué podemos decir de Ómicron en este momento?

Con el esfuerzo de todos

Ómicron es una variante muy reciente, a la cual todo el mundo está atento. Los expertos investigan si con respecto a otras cepas, resulta más transmisible.

También se desconoce si el cuadro clínico de la infección por Ómicron es más grave que el ocasionado por otras variantes, pues los primeros casos se vieron en personas jóvenes con sintomatología leve, pero aún no hay datos suficientes que indiquen que sus síntomas son más severos que los del resto.

Por su parte, la ciencia cubana, adarga del país frente a la COVID-19, ya empezó a elaborar una variante de Soberana Plus, teniendo la proteína RBD de Ómicron.

Hasta el momento, las vacunas aplicadas han sido efectivas ante las nuevas cepas, pero su refuerzo y mantener las medidas que ya conocemos: distanciamiento, uso del nasobuco y aseo constante de las manos, serán las primeras barreras ante Ómicron.