El intenso verano cubano ha hecho que muchos jóvenes, y no tan jóvenes, mantengan la tradición habanera de disfrutar en el Malecón el aire fresco y otras atractivas opciones.

Otros en tiempo de vacaciones deciden darse un chapuzón para refrescar, pero ahí está el riesgo, amigo oyente, porque muchos jóvenes y niños con total irresponsabilidad se lanzan desde el muro del malecón habanero sin medir las consecuencias.

Otros, se alejan demasiado de la costa y las aguas los arrastran y al nadar contra el viento, se cansan. Varios han sido los casos en que los bomberos y fuerzas de rescate, han salvado a más de uno. Siempre se alerta, no se hizo el Malecón con la intención de que fuese una playa en el corazón de La Habana.

Lo atractivo y ameno, como ha sido siempre entre enamorados o simplemente amigos o la familia… es disfrutar la brisa marina.

El Malecón sigue siendo más que amor

En la actualidad perduran en el Malecón de La Habana tradiciones para los que disfrutan de la noche veraniega. Un refrigerio con plena garantía siempre será agradable, músicos que regalan un bolero, un son, un poema o un rap.

Todo ello ha embellecido al Malecón, que marcha con la modernidad; pero cuidado, lo que no se puede perder es la tranquilidad, la disciplina y el respeto. Muchos visitantes y gran parte de los lugareños han hecho suyo el largo muro en la franja costera que nos regala brisa, olor marino y oxígeno puro.

No permitamos que algunos insistan en perturbar el reposo y el amor reinante en ese emblemático sitio de la capital cubana.

El verano, la juventud y las vacaciones, tienen el malecón habanero un cómplice callado que nos espera para, juntos, pasar un rato de sano esparcimiento.