América ha sido cuna de muchos héroes y heroínas, tal vez porque la codicia que despertó desde temprano en otras latitudes hizo que nacieran en ella hombres y mujeres decididos a luchar por la esencia del continente.

Uno de ellos fue Benito Juárez, el humilde indígena nacido en Oaxaca, México, y cuyo nombre está unido por siempre a la historia de su país.

A los 15 años ingresó en el Seminario Santa Cruz, único lugar donde se podía estudiar la secundaria en su pueblo. Convencido de que todo ser humano debería ser igual ante la ley, se abriría camino, paso a paso, en el medio político mexicano.

Benito Juárez prosiguió sus estudios  en el Instituto de Ciencias y Artes, donde cursó la carrera de Derecho. Así llegaría a la presidencia, y gracias a su política y sus reformas humanistas, lograría ser valorado como lo que era: un hombre y un patriota.

Paladín de la independencia mexicana

Electo Presidente Constitucional de México en 1861, Benito Juárez decidió suspender por dos años el pago de la deuda externa, pero para exigirlo, España, Inglaterra y Francia enviaron sus soldados.

Tras el establecimiento en México del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, a quien apoyaba Napoleón III, Juárez se convirtió en el líder de la guerra por la liberación nacional.

Ejerció la presidencia desde diferentes lugares del país, y solo se dirigió a Ciudad de México el 15 de julio de 1867, después que Maximiliano fue juzgado y fusilado.

En octubre de ese año fue reelecto presidente y se concentró entonces en la organización económica de la nación, la reducción del ejército, el impulso de la reforma educativa y el control de los alzamientos militares.

Apoyó la causa independentista de los cubanos

Los iniciadores de las guerras independentistas cubanas contaron con el respaldo del presidente Benito Juárez, quien mantuvo correspondencia con Carlos Manuel de Céspedes durante varios años.

Así, en  diciembre de 1870, Céspedes le agradecía al estadista mexicano su interés, y su recomendación de tener fe y perseverancia en la lucha.

La preocupación por el bienestar americano, aún en momentos de peligro para su patria, le granjearon a Juárez el sobrenombre de Benemérito de las Américas.

Quizás el mejor homenaje a su figura sea la creación del Premio Internacional Benito Juárez, que se entrega a líderes y personalidades que, en cualquier lugar del planeta, se hayan destacado en la defensa de la soberanía y autodeterminación de sus pueblos.