Por: Teresita Jorge

La Plaza Vieja, rodeada de las calles Teniente Rey, Mercaderes, Muralla y San Ignacio, fue edificada en mil quinientos cincuenta y nueve como objetivo comercial, a solo 100 metros de la Plaza de San Francisco.

En ese entonces se le llamo Plaza Nueva, donde, además de actividades comerciales se realizaban fiestas religiosas y conmemoraciones.

Nueva, Real, de Roque Gil, del Mercado, de la Verdura, Fernando Séptimo, de la Constitución, de Cristina, de la Concordia, Vieja y Parque Juan Bruno Zayas han sido los nombres que a lo largo de los años ha tenido la Plaza Vieja, cuya restauración comenzó en mil novecientos noventa y cinco.

Allí destacan elegantes residencias de la aristocracia en la época de la colonia, que acogen instituciones recreativas, culturales, comerciales y de entretenimiento, del interés de los visitantes del Centro Histórico de la Ciudad.

Una plaza emblemática

La Plaza Vieja es una de las más emblemáticas de La Habana, de impresionante impronta colonial, con un magnífico estilo arquitectónico donde prima el eclecticismo.

Entre las instalaciones muy frecuentadas en su entorno figura el Planetario, consistente en una sala con una cúpula de proyección que representa la bóveda celeste, de noche, con sus estrellas, planetas, cometas y otros elementos, adonde acude la familia.

Un oasis para descansar, luego de una larga caminata por la hechicera plaza es el Café El Escorial, en la antigua casa de la familia Franchi Alfaro, donde se degusta la aromática bebida, entre otros muchos sitios del agrado de cubanos y foráneos.

La música y un singular paisaje integran la magia de la vetusta plaza, donde abundan los patios interiores, típicos de las construcciones coloniales de La Habana, que, coqueta, festeja su medio milenio.

Etiquetas: -