La Habana, Cuba.- Uno de los grandes logros de la Revolución es la denominada voluntad hidráulica, la cual tiene en la figura del Comandante en Jefe a su mayor exponente.

Al triunfo de la Revolución,  Cuba poseía una pobre infraestructura hidráulica y el país carecía prácticamente de reservorios, solo existían 13 embalses en 1959, con una capacidad de 48 millones de metros cúbicos.

Con la Revolución, los recursos hidráulicos se convirtieron en patrimonio de la nación y fueron puestos al servicio del desarrollo económico y social del Estado.

Un amplio movimiento de construcción de presas, canales, alcantarillados y acueductos, entre otras obras hidráulicas, abarcó toda la geografía insular. Lugares que durante años de desgobierno republicano, estuvieron olvidados  y fueron beneficiados por la colosal obra de la Revolución.

Fidel y la voluntad hidráulica

La obra emprendida por el Comandante en Jefe al triunfo revolucionario, permitió al país contar con una vasta red de embalses que impulsaron de manera exponencial la agricultura y el abasto de agua a la población.

Las intensas lluvias que dejó el ciclón Flora a su paso en octubre de 1963 por la zona oriental de Cuba provocó inundaciones, 1 123 personas fallecidas y cuantiosas pérdidas materiales.

Tras las devastaciones en Las Tunas, Granma, Holguín y Camagüey, Fidel anunció la necesidad de construir obras hidráulicas que garantizaran el control de los grandes volúmenes de agua provenientes de las intensas precipitaciones.

Hoy existen 239presas, lo cual es una palpable evidencia de la monumental obra de la Revolución en ese campo, sin ellas Cuba no sería la misma.