La historia recoge que fue el 20 de marzo de 1933 cuando los nazis abrieron el primer campo de concentración, El Dachau, en las proximidades de Munich, Alemania.

Heinrich Himmler, uno de los más despiadados militares hitlerianos, en su función de jefe de policía lo describió como «el primer campo de concentración para prisioneros políticos”.

En ese sitio de horror se deduce que entre la fecha de apertura y mil novecientos cuarenta y cinco, fueron más de ciento ochenta y ocho mil los prisioneros y, de ellos, unos treinta mil murieron en un lustro.

El Dachau fue liberado el veintinueve de abril de mil novecientos cuarenta y cinco por fuerzas del ejército norteamericano; el intelectual Bertolt Brecht dijo una vez: “Todavía es fecundo el vientre que esto parió”, toca a los hombres de hoy evitar otro holocausto.

Víctimas del Dachau

Construido sobre una fábrica de pólvora en desuso, el primer campo de concentración nazi, El Dachau, contó con cuatro hornos de exterminio en los que se ponían los cuerpos e incineraban por 8 horas.

El campo también sirvió para realizar experimentos médicos ilegales como los ensayos terminales para mejorar la capacidad de supervivencia de los pilotos alemanes en condiciones extremas.

Dachau concentró especialmente a religiosos, aristócratas, intelectuales y políticos; la iglesia católica da cuenta de que al menos tres mil religiosos, diáconos, sacerdotes y obispos fueron recluidos allí.

En ese campo de exterminio estuvieron Georg Elser, quien perpetró el primer atentado contra Hitler; el psicólogo Victor Frankl, fundador de la Logoterapia; parte de la familia real de Baviera; el príncipe Fernando de Prusia; y mil doscientos presos de diferentes nacionalidades.