La Habana, Cuba. – Amigo lector, a juzgar por los comentarios en las redes sociales, colas, barrios, bodegas, ómnibus, es evidente que las expectativas sobre la serie Calendario han sido superadas.

El guión de Amílcar Salatti, llevado magistralmente a la pantalla por la realizadora Magda González, ha puesto a meditar a más de uno sobre la Nomofobia, esa adicción a los teléfonos inteligentes.

También sobre la pornografía, en ocasiones tan buscada por los adolescentes en esa etapa de descubrimiento; o sobre si es tan importante ostentar unos 15 bien sonados. Además, sobre la infidelidad, el fraude, la violación a la privacidad, la verdadera amistad.

La situación de Orestes y la continuidad de estudios despertó opiniones diversas, mientras la despedida definitiva de Bruno conmovió a la mayoría, sobre todo, porque fue quien logró que Maritza se encontrara, incluso, aceptara la sexualidad de su mamá.

Un pequeño adelanto

Situaciones tan sensibles como las de Maritza, Javier, Bruno, Vladimir, Orestes, Noemí o Beyonce en la serie Calendario, son frecuentes en la sociedad cubana actual y Salatti las puso sobre la mesa de manera muy inteligente.

Destacan en las redes los comentarios positivos sobre el actuar de la profesora Amalia, un ser perfectamente imperfecto que ha venido a remover los recuerdos más añejos de docentes ya retirados, o de quienes tuvieron una Amalia en su vida.

Solo restan tres capítulos para que finalice la primera temporada, y los ya adictos a esta serie que ha calado muy hondo, quedaremos expectantes ante las nuevas aristas de la sociedad que se plantearán en la segunda etapa.

Seguramente homosexualidad femenina, adicción a las drogas, responsabilidad parental o los youtubers, -una primicia de Salatti- serán temas tratados con igual respeto.

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