La Habana, Cuba.Dicen que con más de 70 años, Alicia todavía se paraba en puntas para decidir si eran las correctas. Nunca faltaba cuando el Ballet Nacional de Cuba protagonizaba una puesta en escena, se le veía llegar con sus labios irremediablemente rojos.

Ella no supo lo que es rendirse, porque las zapatillas no tienen edad ni ojos, sino alma de arte y arte en el alma.

Una Carmen sensual o una Giselle llena de romanticismo, Alicia tenía la gracia de ser ella y miles a la vez, transformarse y vivir sobre la escena lo que la música dictara, hablar con sus manos, con la perfección de sus piernas que siguen danzando hoy en las zapatillas de la compañía que fundara y que bien lleva su legado.

Ahora conoce la verdadera gloria, su pueblo la abraza aún, maestra. Los ángeles la reciban para que sus pies sigan volando. 101 años cumpliría hoy, pero a Alicia le queda la eternidad.


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