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Las Tunas, Cuba. – «Quiero contar que actualmente soy una mujer que tiene una vida plena, un hogar con mucho amor, y un hijo sin sentir vergüenza de su madre, ni yo de mí misma como en algún momento la sentí».

«Soy alcohólica porque es una enfermedad para toda la vida, pero muchos nos recuperamos en Las Tunas a través del Programa de Alcohólicos Anónimos, al cual llegué luego de una de las noches sin poder conciliar el sueño cuando no me pude seguir mintiendo y reconocí que la adicción me obligaba a beber.

«De 4 a 5 de la tarde me entraba una obsesión hasta que mi compañero me buscara una botella de ron de cualquier tipo. No paraba; llegaba el momento en que si él no me decía nada le preguntaba ¿hoy tú no quieres tomar? y él buscaba la botella». El tiempo de consumo lo alargaba ella porque él paraba antes, ya de noche, y ella seguía hasta una embriaguez en que se forzaba a vomitar por la ingesta de alcohol.

«Un día me visitó una persona cercana a mí; no se si me sintió el aliento etílico, o de alguna manera le comenté que estaba sufriendo con el alcohol; me habló del Programa AA, y me trajo un autodiagnóstico. «Descubrí que era alcohólica, pero como todavía no había tocado fondo decidí continuar bebiendo, e igualmente mi esposo. Me sentía cómoda, contenta y feliz, pero al cabo de un tiempo sí descubrí que el alcohol me tenía presa; acudí entonces al Programa AA.

Antes de eso pasó algo que me dolió profundamente, pero no me obligó a dejar de beber. Mi esposo tenía la responsabilidad de una actividad en el CDR (Comités de Defensa de la Revolución) pero nos pusimos a tomar desde las 11 de la mañana, jugando dominó con un vecino. Nos emborrachamos; él se acostó, yo seguí bebiendo, y a las 8 de la noche estaba en medio de la actividad, y al otro día mis vecinos me llamaron para decirme que había hecho un papelazo horrible, de lo cual me avergoncé sin embargo solo estuve como un mes sin tomar.

A los 21 días usted no tiene alcohol en sangre, pero en el cerebro las neuronas saben que usted va a ser alcohólica de por vida, y lo único para detenerse es no darse ese primer trago.

Promesas sin cumplir

Los reclamos del hijo adolescente no imperaban para disuadirla del consumo del alcohol, más bien prevalecían excusas como la de que ella era la mamá y bebía con su dinero. Como profesional calificada para repasarlo faltaba a las promesas; cuando llegaba la hora prevista estaba completamente borracha; por lo que al reaccionar en quien primero pensó fue en él.

«Lo único que me hacía contener de beber hasta las 4 o 5 de la tarde era tener la comida hecha, como si fuera un animalito con eso suficiente para sostenerlo, además de que consumía el dinero que también era para él. «Luego, cuando llegué al Programa AA me di cuenta que se debe pensar primero en uno mismo. Nadie puede querer a otra persona si no de valora a sí mismo; por eso una de las primeras lecciones ha sido: «hazlo por ti mismo.»

Mi hijo estudia y no tiene ningún hábito tóxico. Mi madre fue la primera en detectar que yo estaba adquiriendo una enfermedad, desde la etapa en la Universidad, y ahora está totalmente tranquila porque ya no pongo la vida en peligro. Puedo compartir más con mi familia, que apenas bebe; no siento tristeza por no poder consumir alcohol, aunque comparto con muchas personas que sí lo hacen en actividades festivas porque ellos no están enfermos.

A una mujer alcohólica la tachan de más defectos que a un hombre alcohólico, debido a estereotipos machistas como el de que mamá debe estar en la casa y cuidar a los hijos, además de que por la naturaleza de su organismo se expone a daños mayores, y al abuso sexual. El alcohólico puede morir prematuramente, desde una broncoaspiración hasta cualquiera de las más de 200 enfermedades asociadas al alcoholismo.