No es un secreto que cada día se elevan más las temperaturas provocando intenso calor, o aumenten las áreas afectadas por eventos hidrometeorológicos extremos, producto de una realidad que se manifiesta con más rapidez y contundencia de lo previsto: el cambio climático.

Nuestro país cuenta desde hace décadas con numerosas investigaciones multidisciplinarias que han identificado los principales peligros, vulnerabilidades y riesgos por los efectos de ese fenómeno. Hoy en toda #Cuba se implementa el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático, conocido como #TareaVida, un programa que cuenta con el antecedente de la temprana alerta expuesta por el Comandante en Jefe Fidel Castro.

A más de 1 año de su aprobación, la tarea vida este año ha avanzado en profundidad e institucionalización con la expansión a todos los sectores de la economía.

Confirmación de esfuerzos programáticos

Después de su aprobación en 2017 el principal trabajo de la Tarea Vida, afirma Orlando Rey, ha sido organizar su implementación en los diferentes sectores del país.

El funcionario del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio ambiente asegura que en la actualidad cada sector de la economía tiene su propia adecuación de la tarea vida, y ejemplifica que en la agricultura se define cuales son la áreas más vulnerables por su afectación en la superficie agrícola, y se trabaja en la adquisición de equipos de riego más eficiente.

Agrega el funcionario que la seguridad alimentaria, la salud pública, transporte y construcción son otras esferas imposibles de desligar en la práctica si de efectos del cambio climático hablamos. Insiste Orlando Rey en una mayor concientización del fenómeno, pues hay riesgo tanto en ignorarlo como en pretender atribuirle todo.

El Plan de estado para el enfrentamiento al cambio climático no es solo el documento rector, sino una multitud de normativas que cada sector tiene y debe poner en práctica. Aprobado en el pasado año, esa herramienta comprende 5 acciones estratégicas y 11 tareas, entre los que destacan no permitir nuevas edificaciones en los asentamientos costeros amenazados, y adaptar las actividades agropecuarias a los cambios en el uso de la tierra producidos como consecuencia de la elevación del nivel medio del mar.

También prioriza la protección de las playas y los manglares, uno de los principales humedales que permiten la sostenibilidad de la vida en la zona costera. La realidad de las consecuencias del cambio climático confirma que si no actuamos todos hoy, desde cada localidad, mañana el daño será irreversible.