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Otra vez, Cuba se viste de fiesta este Primero de Junio en una celebración para el pequeñín de cada hogar, ese que mañana tras mañana al despertar inunda de alegría la casa y hace para todos la vida más placentera.

Una escuela, el crecer saludable, el derecho a ser escuchado, de participar en la construcción de un futuro que le pertenece, ofrece la nación caribeña a sus niños en el Día Internacional de la Infancia. Sin dudas, logros conquistados por la Revolución y garantizados a todos por igual. Todo ello, en un mundo en el que millones de pequeños viven en la pobreza extrema, mueren por enfermedades curables, son obligados a trabajar o víctimas de la prostitución.

Fue en diciembre de 1954 cuando la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, ONU, acordó la celebración anual de un Día Internacional de la Infancia, de entendimiento y hermandad entre los niños, en la fecha que cada país escogiera. Cuba, luego del triunfo de la Revolución, eligió el Primero de Junio para la festividad.

Mientras existen territorios donde el trabajo infantil es casi una constante, en Cuba la legislación lo prohíbe, y los esfuerzos se concentran en iluminar a los niños con la luz del saber. Por ello, todos los niveles de educación son gratuitos, y constituye reto permanente seguir trabajando para elevar la calidad del proceso docente-educativo.

En la salud, incluso antes de nacer tienen prioridad, pues la madre recibe atención desde el comienzo del embarazo, con un seguimiento obstétrico-ginecológico de calidad, lo que ofrece la garantía de un nacimiento satisfactorio.

Por octavo año consecutivo, la Mayor Isla de las Antillas logró en 2015 una tasa de mortalidad infantil por debajo de cinco por cada mil nacidos vivos, indicador que la ratifica entre las primeras 20 naciones del mundo y al frente de la región de las Américas. Los resultados son expresión del acceso universal a la salud y del desarrollo social inclusivo y humano alcanzado.

Relevante resulta la declaración de Cuba durante el 2015 como el primer país en validar la Eliminación de la Transmisión Materno Infantil del VIH-Sida y la sífilis congénita, cuyas metas exigió disponer de servicios de salud sexual y reproductiva con elevada organización y calidad.

También Cuba ha suscrito varios instrumentos de carácter internacional referidos a la protección de la infancia, además de ser signatario y Estado parte de la Convención de los Derechos del Niño.

Hace varios años organismos del orbe reconocen la esmerada atención de Cuba hacia sus niños, gracias a una serie de proyectos y programas para consolidar aún más su protección.

Definitivamente, de amor y alegría será el mensaje, que desde este bastión de la esperanza ganada y la infancia protegida, enviarán hoy los niños cubanos a todos los confines del planeta, en el Día Internacional de la Infancia. Otra jornada para sonreír en Cuba junto a los niños, permitirles las majaderías que muchas veces regañamos,  consentirlos un poco más de lo habitual, y ratificarles que ellos son la esperanza del hogar y del mundo.

La invitación es a una gran fiesta, en un país que a ellos consagra, no uno, sino cada día, para que vivan a plenitud esa que José Martí llamó «la Edad de Oro”. Ocasión para que nuestros príncipes enanos, desde un presente seguro, aprieten fuerte las manos y piensen en conquistar el futuro.