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Por: Carlos del Porto Blanco

La música es el poder de los profetas y un regalo de Dios. Martín Lutero.

El 14 de diciembre se celebró el concierto dominical de la Orquesta Sinfónica Nacional en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba. La agrupación estuvo dirigida por el maestro Igor E. Corcuela Cáceres.

Como detalle a resaltar, y que se va haciendo costumbre, para bien, es la interacción del Director con el público. Éste plantea que el concierto estaría dedicado al 120 cumpleaños del gran escritor cubano Alejo Carpentier, y estructurado con compositores a los que el admiraba: el cubano Ernesto Lecuona, el brasileño Heitor Villalobos y el alemán Johannes Brahms. Se solicito al público un aplauso en memoria del recientemente fallecido integrante de los segundos violines de la Orquesta, Justo Elpidio Flores, el que formó parte durante muchos años de la agrupación.

Puede ser una imagen de una persona, violín y clarinete

La primera pieza que se interpretó fue “Tres danzas de la Suite Andalucía”, Andalucía, Gitanerías y Malagueña, de Ernesto Lecuona. El intérprete y compositor cubano Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona Casado, nació en Guanabacoa, el 7 de agosto de 1895 y murió en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, España, 29 de noviembre de 1963 debido a un infarto agudo al miocardio. Según comenta Luis Manuel Molina en el programa de mano. “Esto es más que un piano. Siento que “Malagueña” es más melódica y hermosa que mi propio Bolero”, exclamó Maurice Ravel al conocer la música de Lecuona y el pianista polaco-estadounidense Arthur Rubinstein, considerado por algunos críticos como uno de los grandes pianistas del siglo XX, afirmó cuando le escuchó tocar esta emblemática obra “no sé si admirar más su talento pianístico o su arte sublime como compositor”.

Durante casi medio siglo, Lecuona fue una figura dominante en la vida musical cubana, así como un músico con una carrera internacional que se extendió por los Estados Unidos, España, Francia y América Latina. La Suite Andalucía es la obra más importante de Lecuona para piano solo. Escritas por separado, las seis piezas que la integran reflejan vívidamente las formas tradicionales españolas, las progresiones armónicas y los patrones rítmicos folclóricos que rodean las melodías de Lecuona”.

Al concluir esta pieza el director destacó la actuación de la pianista y del titular de los chelos por su ejecución.

El segundo espacio correspondió a la Fantasía para saxofón y pequeña orquesta de Heitor Villa-Lobo (Animé, Lent, Très animé). Esta pieza contó con la interpretación como solista de Aliet González Errasti. El director de orquesta y compositor brasileño Heitor Villa-Lobos, nació en Río de Janeiro, Brasil, el 5 de marzo de 1887 y murió el Río de Janeiro, el 17 de noviembre de 1959). Su música estuvo influida tanto por la música folclórica brasileña como por la música clásica europea.

Nos dice Molina sobre esta pieza en el programa: “El saxofón ocupó un lugar destacado en la producción compositiva de Villa-Lobos, quien descubrió el instrumento durante su juventud, mientras tocaba en las orquestas callejeras llamadas Chorões. El músico comenzó a componer la “Fantasía para saxofón” en 1948 durante una estancia en New York y la concluyo en Río de Janeiro. La obra fue dedicada a Marcel Mule, a quien había conocido en París. Sin embargo, Mule, aunque discutió la pieza con algunos directores no logró interesar a ninguno, jamás la interpretó y, además, le señaló a Villa-Lobos que presentaba notas altas muy difíciles de tocar en un saxofón soprano.

Para el cierre, y plato fuerte de la función, se escogió del compositor alemán Johannes Brahms, la Sinfonía número 1 en do menor opus 68 (I. Un poco sostenuto-allegro, II. Andante sostenuto, III. Un poco allegretto e grazioso y IV. Adagio – piú andante – allegro non troppo, ma con brio). El compositor, pianista y director de orquesta alemán del romanticismo Johannes Brahms, nació en Hamburgo, entonces confederación Germánica, actual Alemania, el 7 de mayo de 1833 y murió en Viena, Imperio Austrohúngaro, actual Austria, el 3 de abril de 1897 de cáncer hepático y de páncreas). Es considerado el más clásico de los compositores de dicho periodo.

Sobre esta obra nos comenta Luis Manuel Molina: “Los primeros esbozos de esta pieza datan de 1855, pero no se produjo ningún avance significativo hasta el verano de 1874, cuando el gran éxito obtenido con las “Variaciones sobre un tema de Haydn” parece haber sido el estímulo que necesitaba para abordar una obra de tales dimensiones. Fue entonces que Brahms reelaboró el primer movimiento y completó los otros tres en el verano de 1876. Esta obra ha sido llamada la Décima Sinfonía de Beethoven como una forma de reconocer su grandeza conceptual y formal, a la que contribuye el diseño de cada movimiento. Se considera que el finale significa una progresión de la oscuridad a la luz, de la mortalidad a la inmortalidad y constituye el gran planteamiento estético conceptual del compositor en su feliz debut sinfónico.”

Por su labor en esta pieza el Director felicitó a los titulares de los oboe, flauta, clarinete, fagot, trombones y a toda la sección de vientos, posteriormente hizo lo mismo con la percusión, violoncellos, bajos, violas, los segundos y primeros violines. El publico completo con sus aplausos ese reconocimiento.

Fue una mañana hermosa para los que tuvimos la oportunidad de estar ahí.