La Habana, Cuba. – Johannes Kepler al morir el 15 de noviembre de 1630 tenía como fortuna un traje, dos camisas y varios ejemplares de sus obras; sin embargo, los príncipes a quienes servía le debían 20 mil florines.

Calificado junto a Galileo Galilei fundador de la astronomía moderna, de él son esenciales las tres leyes que llevan su apellido y tienen que ver con los movimientos de los planetas alrededor del sol.

De la autoría del astrónomo y matemático alemán que padeció miopía, son los trabajos vinculados con la óptica, entre cuyos resultados están la invención de espejuelos y el diseño de un telescopio utilizado en astronomía.

Johannes Kepler falleció en Ratisbona, Alemania. El Legislador del Cielo había dejado su epitafio escrito por él mismo: “Medí los cielos, y ahora las sombras mido. En el cielo brilló el espíritu. En la tierra descansa el cuerpo”.

Astrónomo en apuros

Johannes Kepler creía en la armonía del mundo y veía a Dios como un geómetra para quien su creación respondía a un plan prefijado de distancias y proporciones perfectas.

Sostenía que nada se había fijado al azar y se preguntaba el por qué existían seis planetas, qué había detrás de sus movimientos y por qué los separaban una distancia y no otras.

Quiso descubrir el plan de Dios y escribió que fue un designio divino recibir por casualidad lo que antes no había podido alcanzar con ninguno de sus esfuerzos y lo creía porque siempre había rogado a Dios que le concediera éxito en su cometido.

Johannes Kepler padeció apuros: de padre mercenario y madre acusada de brujería, recibió maltratos; de niño, la viruela debilitó su vista; de adolescente, una enfermedad alteró su organismo; perdió a 6 de los 12 hijos, la primera esposa murió demente y no gozó de fortuna.