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“Nuestro lema es y será siempre: Independencia o Muerte. Cuba no solo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava”. Carlos Manuel de Céspedes y Castillo

La Habana, Cuba. – Dentro de pocos días se conmemorará el aniversario 150 de la caída en combate del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes y Castillo. Por ese motivo traigo a esta columna una joya literaria que cada cubano debería leer, El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes, escrito por Eusebio Leal Spengler, y editado en su colección Raíces por la Editorial Boloña, en 2018.

Del Dr. Eusebio Leal no es necesario hablar, puesto que mucho le debemos los cubanos a este hombre de pensamiento y acción, que dedicó su vida toda a La Habana, a las villas fundacionales y a otras muchas ciudades. Pero esta es una obra a la que dedicó varios años de su vida, la cual devela a un hombre ante su destino.

El director de ediciones Boloña, Mario Cremata, señaló que este material constituye un referente ineludible cuando se pretende una aproximación al contexto y a los protagonistas de nuestra saga libertaria en el siglo XIX, puesto que se trata de los apuntes y reflexiones del iniciador de la Revolución en un periodo particularmente dramático de su trayectoria personal y como hombre público: los tres meses que precedieron a su deposición como presidente de la República en Armas y los avatares que condujeron a su reclusión en San Lorenzo, sitio en el cual, el 27 de febrero de 1874, víctima de una emboscada vil, su cuerpo herido de muerte se despeñó por un barranco.

Predijo Carlos Manuel en su Diario …“morir con la dignidad como debe morir un cubano; aunque creo que ese caso no llegará, porque mi revólver tiene seis tiros, cinco para los españoles y uno para mí: muerto podrán cogerme, pero prisionero, ¡nunca!” Y dice Eusebio: Si así aconteció, no fue este un acto ajeno al concepto más elevado del honor, y ante esa opción en un trance y circunstancias como aquellas, ha de inclinarse reverentemente la posteridad.

Y continúa Leal: el escenario, por lo demás, majestuoso, donde tuvo lugar el drama, evoca pasajes de la antigüedad clásica y pudiésemos aceptar como válido el devenir trazado por el índice del destino. Cuanto ocurrió fue digno del hombre y de la fama del héroe.

A propósito de esta edición de El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes, termina Mario Cremata: “La aspiración ha de ser que nunca más la envidia, el resentimiento, la traición y la deshonra retrasen el triunfo al cual aspira todo aquel que se sienta heredero y depositario de tan portentoso legado”.

Ojalá esta reseña provoque que muchos, o quizás algunos, se decidan a leer este texto imprescindible para entender de dónde venimos y por lo tanto tener más claro a dónde vamos.