La Habana, Cuba. – Por Bariay, en Holguín y cayendo la noche del 27 de octubre de 1492, tocaron a Cuba tres naves españolas; con ellas llegó Cristóbal Colón.

Dicen que, arrodillado, después expresó: “Ésta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”, aunque a la distancia de los siglos, poco original fue el genovés, pues repitió la muletilla más o menos igual en otras islas.

Se produjo así el encuentro entre dos culturas, un cambio en el rumbo de la historia en el que una de ellas promovió el avasallamiento y exterminio de la población autóctona desde la imposición del nombre de Juana en honor al príncipe Juan.

El antropólogo Fernando Ortiz escribió: “Si estas Indias de América fueron Nuevo Mundo para los pueblos europeos, Europa fue Mundo Novísimo para los pueblos americanos. Fueron dos mundos que recíprocamente se descubrieron y entrechocaron”.

Colón en Cárdenas

En nuestro continente, la primera estatua que se erigió a Cristóbal Colón en plaza pública fue en el municipio matancero de Cárdenas.

Tras una colecta pública y por iniciativa del alcalde José Zabala, con bombo y platillo se inauguró el monumento el 26 de diciembre de 1862; de bronce, la estatua mide nueve pies y cuatro pulgadas, muestra al Almirante sosteniendo un manto y a sus pies reposa el globo terráqueo.

La estatua, el bajorrelieve en la tarja y el diseño del pedestal fueron de José Piquer, primer escultor de la Cámara de España; y un dato más: en la inauguración estuvo la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien compuso la cantata Himno a Colón.

Para el intrépido, versó la ilustre camagüeyana: “Esparcid flores/ Ninfas de Cuba,/ Y al cielo suba/ Canto marcial,/ Que ya la efigie/ Del Almirante/ Pisa triunfante/ Su pedestal.