La Habana, Cuba. – Aunque los científicos aseguran que no hay relación directa, la aparición de la variante ómicron ha puesto en evidencia la mala distribución mundial de las vacunas contra el nuevo coronavirus.

COVAX, el mecanismo de Naciones Unidas que pretendía favorecer el reparto equitativo de los inyectables, ha resultado casi un fracaso, pues apenas ha podido entregar 4 millones de las 25 millones de dosis diarias que se proponía para alcanzar este año la meta revisada a la baja de mil 400 millones.

África, que como siempre es el continente preterido, apenas alcanza el 7 por ciento de la población inmunizada.

En doloroso contraste, muchos países del Norte desarrollado tienen un exceso de vacunas y ahora incluso ofrecen dosis de refuerzo. Pero hay otro aspecto que también daña a los más pobres.

Vacunación y economía

La recuperación económica de los países pobres también dependerá del acceso a las vacunas contra la COVID-19, de acuerdo con un informe conjunto de la Organización Mundial de la Salud, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la británica Universidad de Oxford.

El documento señala que si no se adoptan medidas urgentes para garantizar el acceso equitativo de todos los países, la situación sanitaria se agravará como efecto colateral del colapso económico.

Por otro lado, el precio de las vacunas dificulta el acceso de las naciones de menos recursos, cuyos reclamos no han sido atendidos por los monopolios farmacéuticos.

La COVID-19 parece que se hará endémica en el planeta y en ese complejo futuro también tendrá cierta responsabilidad la actual inequidad en el reparto de las vacunas.

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