La Habana. – Apegados al sentido pragmático, utilitario y prepotente de que los sectores norteamericanos de poder suelen pavonearse, así resultan sus evaluaciones en torno a vecinos y demás ajenos.

Y América Latina, un traspatio que pensaban asegurado de antemano y por los siglos de los siglos, despreciado además en su cultura y características históricas y étnicas, está en la primera fila de tales malos preceptos.

Ahora mismo, por ejemplo, cuando en Perú la represión oficial se anota víctimas mortales a diario, y ocurren violaciones antidemocráticas de la ultraderecha en Brasil contra un gobierno legalmente constituido, desde las estructuras oficiales gringas nada se dice, o cuando se habla de la zona es para reiterar hostilidades o proyectar sin rubores estimaciones expoliadoras y bandidescas.

Un claro ejemplo

Y como exponente sin ambages de cómo se nos estima, ahí están las recientes declaraciones de la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, acerca de la importancia de América Latina para Washington.

Es importante, dijo la oficial, porque el Sur del Hemisferio posee el 60 por ciento del litio del planeta; las reservas petroleras más importantes, incluidas las de crudo ligero; y más de 30 por ciento del agua potable del orbe. 

Y todo ello es esencial para la seguridad nacional yanqui, esa por la cual se hacen guerras, se ha masacrado a millones de seres humanos, y se destruye inmisericordemente el medio ambiente, entre las miles de calamidades con las cuales la primera potencia capitalista ha plagado a la humanidad.