Normados por la Oficina Nacional de Administración Tributaria, ONAT, los impuestos son vistos con cierta ojeriza por buena parte de la población, en un país donde durante casi medio siglo prácticamente no se pagaron.

Fue la llegada del Período Especial y el renacimiento de un sector de empleo no estatal, lo que obligó al establecimiento de una Ley Tributaria.

Así, apareció la actual número 113, que entró en vigor en noviembre de 2012 para perfeccionar la vigente desde agosto del 94.

La primera Ley Tributaria llenó un vacío en la necesaria contribución de todos a la Seguridad Social pues, habituados a recibir constantemente, muchos eran, y aún lo son, incapaces de comprender la importancia del tributo, que, dicho sea de paso, no es un invento cubano, ni mucho menos del Socialismo.

Beneficios sin distinción

Los tributos son la principal fuente de ingresos que tiene el Estado para sostener a la Seguridad Social, ese paraguas invisible que nos protege a todos de una u otra forma.

La Ley Tributaria cubana concibe 19 impuestos, 3 tasas y 3 contribuciones, que deben ser pagados no sólo por los trabajadores por cuenta propia, sino por personas naturales, empresas y otras entidades.

Ese dinero que aportamos financia el pago de pensiones, la jubilación, la salud pública o la educación.

El presupuesto estatal se nutre de esos aportes que a la larga se revierten en beneficios sociales universales, por eso no puede verse ese aporte como una pérdida de dinero, sino como una manera garantizar en el futuro una cobertura que al final beneficiará a todos sin distinción.