La Habana, Cuba. – Más de 230 millones de dólares gasta el país cada mes en la compra de los productos de la canasta familiar normada. En números redondos esa cifra viene siendo casi 3 mil millones anuales que se van en comida adquirida en el mercado internacional.

Sin hablar del daño real del bloqueo, la economía nacional tiene que batirse en medio de una crisis global que provocó un incremento de los precios de los alimentos de un 20 por ciento, así como del petróleo, que el año pasado, como promedio, se vendió a unos 77 dólares el barril, y ya se sabe de nuestra dependencia del hidrocarburo.

Los alimentos siguen siendo una prioridad de un gobierno que desde hace más de seis décadas asumió la responsabilidad de proveer con relativa estabilidad a unos 11 millones de cubanos.

El reto de producir en Cuba

Uno de los grandes desafíos de la Cuba contemporánea es achicar todo lo posible la dependencia económica del exterior. Es decir, ni más ni menos que disminuir las importaciones pero sin afectar los niveles de vida de la gente.

Y eso solo se puede lograr produciendo en el país todo lo que se pueda. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo, porque la producción nacional casi siempre requiere de componentes externos, que van desde materias primas o insumos, hasta el imprescindible petróleo.

Pero una buena parte del arroz y los frijoles se pueden producir en el país, por solo citar dos rubros agrícolas que calzan la dieta nacional. Además, y es un factor muy importante, la nación tiene suficiente talento científico que hay que aprovechar con mayor efectividad para poder producir más e importar menos.