Rex Tillerson anunció reducción del personal diplomático en Cuba

La Habana, Cuba. – La retirada de más de la mitad de los diplomáticos norteamericanos acreditados en la Habana es un nuevo ingrediente que enturbia las ya procelosas aguas que separan a Cuba y Estados Unidos.

No es un secreto para nadie que esa decisión, apurada y sin evidencia, refrena aún más el curso de las relaciones bilaterales, algo que viene sucediendo desde la asunción de la Administración Trump. Tampoco es un secreto que hay un sector muy interesado en dar marcha atrás a todo lo avanzado en los históricamente complicados nexos entre los dos países.

Por eso, vincular a Cuba, aunque sea de manera indirecta, con supuestas agresiones acústicas contra los diplomáticos estadounidenses, es como mínimo una irresponsabilidad. Y lo peor es que no hay ni una sola evidencia que avale un mal proceder de las autoridades de La Habana.

Cuba fijó su posición

Parecía que los nuevos roces entre Cuba y Estados Unidos se curarían con el encuentro entre nuestro canciller, Bruno Rodríguez, y el secretario de Estado, Rex Tillerson.

En Washington, en la reunión solicitada por Cuba, Rodríguez pidió no tomar decisiones apresuradas y sin sustento en resultados investigativos concluyentes, además de no politizar el asunto.

También reiteró la importancia de la cooperación activa de las autoridades estadounidenses para esclarecer los incidentes reportados por Washington.

Está claro que el gobierno cubano no ha perpetrado nunca, ni perpetrará ataques de ninguna naturaleza contra diplomáticos. Tampoco ha permitido, ni permitirá, que su territorio sea utilizado por terceros para ese propósito.

Tillerson lo sabe, pero no lo tuvo en cuenta. Parece que hay otro sordo en el Departamento de Estado.