Las nuevas irregularidades denunciadas por Luisa González acerca de la segunda vuelta electoral en Ecuador, no son lo único que anuncia un panorama convulso.
La divulgación de una lista con los nombres de cien adherentes y simpatizantes de Revolución Ciudadana a quienes se ha prohibido salir del país, deja prever una persecución política que no es nueva.
Hace ocho años, la llegada de Lenín Moreno al poder se convirtió en una traición a Alianza País, que lo había catapultado a la presidencia. Acusaciones sin sustento, juicios manipulados y encarcelamientos atomizaron la dirigencia del movimiento fundado por Rafael Correa.
Ahora, al parecer, la proclamación del triunfo de Daniel Noboa por parte del Consejo Nacional Electoral, pretende acallar las denuncias de fraude con más represión sobre el correísmo y sus seguidores.
Posiciones divididas.
Ante el reclamo de la candidata de que haya un recuento de votos y se investiguen las violaciones, la postura de otros actores progresistas debilita la voz para exigir.
Todo indica que la frágil unidad fraguada entre las fuerzas antineoliberales, se ha fracturado. Pachakutik, brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas y firmante de un pacto unitario con Revolución Ciudadana, señaló las mismas inconsistencias que Luisa; pero aceptó los resultados.
No obstante, también se han denunciado amenazas sobre su representante en los comicios, Leónidas Iza. Se registraron, incluso, posiciones de cuadros intermedios del movimiento correísta distintas a las de sus líderes.
Ello puede hacer más difícil esta etapa para las fuerzas del cambio, frente a una ejecutoria neoliberal y entreguista a Washington como la que recién comienza.