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La Habana, Cuba. – Si la burocracia política que gobierna en buena parte de Europa del Oeste pensara y actuara con cabeza e iniciativas propias, se habrá dado cuenta este julio en Bruselas que América Latina ya no es la tierra de los “incautos” y “rústicos” que han pervivido por siglos en el imaginario del Viejo Continente.

Así, la Cumbre entre la Unión Europea, UE, y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, CELAC, le ha mostrado a los pajes de Washington que en la arena internacional los tiempos sí están cambiando en el planeta.

El Sur de nuestro hemisferio ya no acudió a escuchar y acatar, sino a demandar, exigir, y proyectar un nuevo orden global que se aboca aceleradamente, y donde los pilares resultan otros polos geopolíticos en nada complacientes ni seguidores del sistema hegemonista “basado en reglas”.

De las motivaciones

Ocho años debieron transcurrir desde la última cumbre CELAC-UE hasta la realizada este julio en Bruselas.

Tendrían que sobrevenir la maltrecha aventura militarista gringo-otanista contra Rusia a través de Ucrania y sus pésimas consecuencias económicas, políticas y bélicas para Europa Occidental a costa de su maridaje con Washington, para que la clase dirigente del oeste del Viejo Continente se acordase de que del otro lado del Atlántico no existe solo Estados Unidos.

El corre corre, cargado aún de trampas y presiones, motivó la cita de este julio, que algunos califican de tardía en el entendimiento entre ambos bloques, con más razón cuando América Latina y el Caribe ya exhibe relaciones cuantitativas y cualitativas mucho más provechosas y con otros polos.