La Habana, Cuba. – A partir de hoy -y hasta el viernes- se desarrollará en la ciudad californiana de Los Angeles la IX Cumbre de las Américas, un tipo de reunión con acta de nacimiento en Miami en 1994 y que -a pesar de su nombre- sin muchos miramientos ha eludido constantemente su carácter hemisférico.

El que debería ser un encuentro al más alto nivel político para debatir las urgencias de esta región y articular respuestas, vuelve a quedar mutilado.

Se estanca en arenas movedizas desde que -aferrado a la política arrogante del imperio- el presidente Joe Biden descartó la invitación a los dignatarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, en lo que representa un claro retroceso en las relaciones hemisféricas.

Así lo han hecho saber líderes de muchas naciones latinoamericanas y caribeñas que exigen el fin de exclusiones con arbitrarios pretexto, y defienden el derecho al diálogo respetuoso.

Un guión fallido

Llama la atención cómo los preparativos de la IX Cumbre de las Américas se han realizado de manera misteriosa, en la trastienda.

Apenas se conoce el lema de la reunión: «Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”. Muy poco más de su agenda.

Por ejemplo, que no habrá declaración final, en un encuentro del que hasta ahora se desconoce hasta la confirmación de sus participantes. La anunciada ausencia de varios líderes, entre ellos los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Luis Arce, de Bolivia, -en solidaridad con los países excluidos por las obsesiones de Washington- demuestran cuánto ha cambiado América Latina y el Caribe.

La Cumbre de las Américas que comienza hoy será sin dudas muy incómoda para Joe Biden. Con un guión fallido, desastroso desde el principio, a pesar de realizarse tan cerca de Hollywood.