La Habana, Cuba. – Estados Unidos hace lo imposible por poner más difícil la vida de los cubanos. No es solo el oportunista recrudecimiento del bloqueo, que llegó en plena pandemia, sino incluso las maquiavélicas medidas que tratan de impedir la emigración legal y ordenada para meterle más presión a la caldera.

Porque resulta evidente que están tratando de aumentar el malestar entre las personas que en pleno derecho buscan irse a vivir a otro lado o simplemente viajar.

Lo cierto es que hace cinco años que Estados Unidos incumple los acuerdos migratorios y ha dejado de otorgar unas 90 mil visas de emigrantes y eso sin contar los visados para visitas temporales. Pero al mismo tiempo se mantiene en vigor la Ley de Ajuste Cubano, que sigue funcionando como un estimulante atractivo para quienes desean llegar a nuestro vecino del Norte.

Rehenes de la hostilidad

Las autoridades cubanas han denunciado de manera insistente las presiones de Estados Unidos sobre los gobiernos de varios países para que exijan visas de tránsito a migrantes y viajeros cubanos.

Luego de estar más de sesenta años impulsando a la emigración, en Washington ahora tratan de impedir la entrada a su territorio y traspasan el problema a otras naciones.

Ni siquiera han reiniciado los servicios consulares en La Habana, a pesar de que ni ellos mismos se creen el cuento de los incidentes sónicos. Así, se han cortado las vías legales y seguras de emigrar hacia el Norte y se han reabierto caminos irregulares y peligrosos.

Resulta evidente que la malsana idea es utilizar a los potenciales emigrados cubanos como rehenes de una política cuyo fin último es la desestabilización interna de Cuba.