La Habana, Cuba. – A primera vista, que la ultraderecha chilena sea la fuerza predominante en la redacción de una nueva constitución nacional es un suceso casi inédito, teniendo en cuenta que se trataría de sustituir a la Carta Magna impuesta precisamente por el dictador Augusto Pinochet, la figura por excelencia de esa orientación política.

Lo cierto es que el segmento que encabeza el ex candidato presidencial populista de derecha José Antonio Kast se llevó el pato al agua en esta lid, luego que en una primera instancia un proyecto similar confeccionado por una amplia Asamblea Constituyente no pasó la prueba de las urnas.

No obstante, hay un signo clave que algunos obvian.

En realidad, la nueva votación mostró un descenso en los sufragios de derecha e izquierda, y, en cambio, un notable incremento de votos nulos y en blanco.

Algunas ideas

De manera que el alza de los votantes desmotivados con relación a una nueva Carta Magna en Chile va más allá de una lid partidista.

A juicio de algunos entendidos, el asunto estriba en una falla política esencial que sigue superponiendo las disquisiciones y trifulcas sectarias y grupales en las alturas, a una práctica destinada a prestar oídos y dar curso adecuado a las demandas más perentorias y concretas de las mayorías.

Para otros es la confirmación de la postulación revolucionaria que llama a la transformación social a partir de las bases concretas y subjetivas vigentes en el medio sujeto al cambio.

Porque, ciertamente, y no pocas veces, el almohadón retórico suele ser para algunos más atractivos y cómodo que ponerse la manga al codo y hacer lo que debe ejecutarse con todo rigor.

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