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La Habana, Cuba. – El carácter fraterno de los nexos con Vietnam nace de la admiración a un país que con arrojo se independizó del yugo colonial francés, y enfrentó luego la despiadada invasión de los marines yanquis, bochornosamente derrotados por el valor y el ingenio de hombres y mujeres del pueblo.

Pero, desde mucho antes, la Revolución Cubana había dado a esa nación, una de las primeras muestras de su vocación solidaria.

En 1960, Cuba fue el primer país occidental en establecer relaciones con la nación indochina. Luego, durante la desigual guerra impuesta por Washington, el respaldo de la Isla se materializó lo mismo en la donación de miles de toneladas de azúcar que en el envío de valijas con artículos humildes entregados por las familias y los niños cubanos, casa por casa, para Vietnam. Así también se forjó nuestra actitud solidaria.

Hasta nuestra sangre

Vietnam es un pueblo laborioso que ha erigido un hermoso y productivo país sobre los escombros de la guerra. También es un pueblo agradecido. La histórica frase de Fidel: Por Vietnam estamos dispuestos a dar nuestra sangre, es recordada por sus líderes, y preside una relación ejemplar fomentada por mutuas pruebas de amistad y cariño.

El Comité de Solidaridad con Vietnam del Sur, que este miércoles cumplió 61 años y cuya primera presidenta fue Melba Hernández, fomentó los nexos.

Pero nada tan emblemático como las tres visitas de Fidel a aquel país; la primera de ellas, a los territorios liberados en el Sur en 1973: un recorrido peligroso que expresó la admiración del líder cubano por Vietnam, y elevó la moral de las tropas cuando aún no había terminado la guerra. Ya lo había advertido el Comandante: ¡Hasta nuestra sangre!