Campos agrícolas bajo las aguas en Cuba

La Habana, Cuba. – Contradictoriamente, las constantes lluvias que este año se han sentido en casi todo el territorio nacional han sido ahora un factor negativo para la economía, por su impacto sobre todo en la agricultura.

Después de una intensa sequía de varios años, el país ha estado sometido a una seguidilla de aguaceros cuya expresión más dura en 2018 es la actual tormenta subtropical Alberto, que pone a prueba las capacidades del sistema nacional de embalses.

Casi todas las presas están llenas o muy cerca de la capacidad de llenado y, lo más importante, el manto freático está en franca recuperación después de una larga etapa de ausencia de las lluvias.

Como es casi ciencia constituida, los excesos nunca son buenos y ahora la abundancia de agua amenaza con ahogarnos y cae fuerte sobre cultivos con un peso económico importante.

Azúcar y tabaco mojados

La agricultura ha sufrido las copiosas lluvias de este año, pues es fácil observar los terrenos de cultivo anegados en varios puntos del país. En particular, y es una apreciación a priori, la zafra y el tabaco han sido muy golpeados por la constante humedad.

El azúcar, que trata de recuperarse del tropezón de la anterior zafra, ahora literalmente se ha convertido en agua por la poca concentración del dulce en la gramínea. Los planes azucareros de las provincias seguro quedarán por debajo de lo previsto pues con tanta humedad no resulta atinado intentar los cortes.

Por otro lado, el tabaco también agarró su ramalazo de agua, aunque la cosecha estaba llegando a su fin.

El daño de estas lluvias tendrá entonces efecto sobre ambos sectores, dos de los aportadores de divisas a la economía nacional.