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La Habana, Cuba. – El triunfo del ultraderechista Javier Milei abre una incógnita en el futuro de Argentina, amenazada por una nueva terapia de choque.

Díscolo y alocado, el presidente electo se vanagloria de ser el primer político que gana los comicios después de hacer una campaña basada en un futuro ajuste económico.

Milei adelantó que el 11 de diciembre, día siguiente a la asunción presidencial, enviará al Congreso un gran paquete de leyes para una reforma del Estado, el mismo eufemismo con que en su momento Carlos Menem impulsó las privatizaciones desde la casa de gobierno.

Curándose en salud, el nuevo mandatario argentino advirtió que si hay protestas callejeras por el anunciado ajuste, el gobierno actuará con toda la fuerza de la ley, una amenaza que parece señalar que se pasará de las balas de goma a la munición activa con plomo.

Futuro incierto

La primera reacción visible ante el triunfo de Javier Milei ha sido un aumento de precios de hasta el 50 por ciento en los productos que se ofertan en los grandes supermercados argentinos.

El valor de los alimentos se fue al cielo después del mensaje de liberalización y del anuncio del rol secundario que el Estado tendrá en la administración del conflicto entre ese incremento y los salarios.

Con esos truenos, está en terapia la continuidad del programa Precios Justos, un tope que el gobierno había puesto a una serie de rubros de primera necesidad para proteger a los sectores de ingresos más bajos.

Con Milei en la Casa Rosada, Argentina se aproxima a ser un laboratorio de las ideas más retrógradas del capitalismo, esas que engendraron al fascismo y que hoy ponen al país a punto de hacer un salto a lo desconocido.

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