La Habana, Cuba. – A poco más de dos semanas de los comicios generales, los votantes argentinos parecen haber decidido que entregarán la mayoría de sus boletas al binomio de candidatos progresistas integrado por Alberto y Cristina Fernández.

El primero, antiguo jefe de Gabinete de los Gobiernos del desaparecido Néstor Kirchner, y la segunda, su viuda y ex presidenta de la nación. Ambos acumulan ciertamente las más altas cuotas de preferencia, y al decir de analistas estarían destinados a ganar en la primera vuelta, ya sea al acumular 50 por ciento más uno de los sufragios, o una diferencia de 10 por ciento o más con respecto al actual mandatario Mauricio Macri, que aspira a ser reelegido.

En consecuencia, los días que restan para la contienda ya no despiertan demasiadas suposiciones en cuanto a un cambio de gobierno nacional.

De lo que podría venir

La vuelta al gobierno de Argentina del sector progresista sería, sin dudas, una muy buena noticia para el movimiento popular latinoamericano, a partir del peso político de esa nación austral a escala hemisférica.

Mientras, en el plano interno, significa el regreso de la esperanza a millones de argentinos que en estos años de macrismo han visto desaparecer sus salarios, sus empleos y los niveles de asistencia social logrados en épocas precedentes.

Además, las nuevas autoridades tendrán que enfrentar la recomposición económica y financiera del país, convertido por Macri en un dócil cliente de los organismos crediticios hegemonistas y en emporio para la desnacionalización de sus empresas y recursos. Una ardua tarea que requiere esfuerzo, empeño y conciencia colectiva