La Habana, Cuba. La capital amaneció hoy bajo las restricciones decretadas por las autoridades para controlar el actual rebrote del nuevo coronavirus que vive este territorio.

Son medidas duras, ya se sabe, pero que responden a una necesidad impostergable y además al reclamo mayoritario de la población, que está consciente de que unos pocos han echado por la borda un esfuerzo colosal.

Si, porque esta ciudad logró controlar la enfermedad hasta llegar a estar sin contagios, pero el mal actuar de algunos irresponsables, incluso en entidades estatales, reabrió la puerta a la mortal infección y ahora hay enfermos en todo el territorio capitalino.

Desde este martes habrá un cambio sustancial en la vida cotidiana con restricciones que pueden ser vistas por algunos como molestas, pero que son imprescindibles porque aunque suene tremendista, nos jugamos la vida.

Sin paños tibios

Hay muchas personas que ahora mismo se están matando, en sentido figurado, por salvar la vida de los demás.

Son médicos, enfermeras, laboratoristas, trabajadores de los servicios sanitarios, policías y funcionarios, quienes desde hace meses están consagrados a una tarea dañada por unos negligentes.

Pero está claro que a partir de ahora no va a haber paños tibios. Habrá cuantiosas multas e incluso procesos penales para los incumplidores, aunque estén enfermos y primero haya que curarlos.

Lo que no se puede permitir es la indiferencia con que viven algunos que están de espaldas a uno de los más cruentos episodios de salud de la historia humana.

Para combatir esa actitud contagiosa, y nunca mejor dicho, desde hoy La Habana aplica la responsabilidad y la exigencia, dos componentes esenciales de una vieja vacuna.

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