Golpe de Estado en Bolivia marca un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda

La Habana, Cuba. – Si bien la derecha boliviana logró por el momento sacar del gobierno al presidente legítimo Evo Morales, la ola progresista en nuestra región no muestra signos de debilitarse.

El golpe reaccionario contó con la complicidad de la Organización de Estados Americanos (OEA), el apoyo gringo y la deliberada inacción de los uniformados locales.

Todo ello ha propiciado escenas de extrema violencia protagonizadas por los sectores afines al racismo, el deprecio por las raíces autóctonas, y el interés de revertir toda la obra patriótica y social de la administración del Movimiento al Socialismo (MAS).

Se trata, no obstante, de un deleznable episodio que ha tenido lugar en un escenario regional donde Argentina vuelve al progresismo, Lula está en libertad, y el pueblo de Chile batalla contra el neoliberalismo.

Renovados esfuerzos

Ciertamente, América Latina está en franca batalla entre dos tendencias irreconciliables: de un lado los que apuestan por el retroceso histórico, y por otro los que no cejan en batallar por sus pueblos y sus patrias.

Así, y en medio de esa complicada coyuntura, líderes, figuras políticas y ex presidentes del Sur del Hemisferio, celebraron días atrás la segunda reunión del Grupo de Puebla.

Esta entidad representativa de las tendencias populares se propone instancia adicional para enfrentar la ofensiva derechista-imperial de nuestros días.

Los dirigentes concordaron en que la integración desde organizaciones como la Unión de Naciones Suramericanas, (UNASUR), o la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC), son fundamentales para consolidar el espacio progresista regional.