Vivimos días trascendentales para el futuro de Cuba, el nuestro, el de los hijos, nietos y otros descendientes, el análisis, enriquecimiento y aprobación de la reforma total a la Constitución del país no es cuestión de ligerezas, impulsos ni simplemente otro paso más.

Los nacidos en este archipiélago tenemos el privilegio enorme de aportar a favor de una Carta Magna más atemperada a la actualidad, luego de importantes cambios económicos y sociales, los cuales continuarán en los próximos años.

Debemos estar conscientes de que ese documento trazará las líneas legislativas para el resto de las normas que abarcan todos los sectores de la sociedad.

Su dimensión es enorme y nuestra generación posee la responsabilidad histórica de contribuir a su concepción, como parte de un proceso sumamente democrático, que nos permitirá analizar, debatir, opinar, sugerir cambios, y suscribir o no el resultado final.