La resolución irrevocable de ver a Cuba libre marcaron su destino; para él la suerte estaba echada.

Hace hoy 140 años Martí se despedía de La Habana en la que fue su segunda deportación a España, embarcado en calidad de prisionero por su encendido activismo contra la metrópoli colonialista.

Iniciaba para el joven José Julián un largo y fecundo destierro. Luego de un breve tiempo salió escondido hacia Francia y de allí se trasladó a Nueva York, donde pasó la mayor parte del exilio entregado a organizar la lucha a favor de la independencia de la Isla que le latía en el pecho como otro corazón.

Preparaba la guerra necesaria. En compañía de otros revolucionarios llegó a la tierra amada en 1895. Como un soldado mambí volvía El Maestro a la Patria que lo vio nacer, donde dejó su aliento definitivo.

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