Aquellos que en el mundo de hoy se empantanan en el estira y encoge entre la presunta libertad de acción y criterio, y el colaboracionismo con los prepotentes, tendrán siempre que asumir los más tremendos desaires.

Es el caso de las recientes declaraciones del congresista norteamericano de ultraderecha Marco Rubio con respecto a las consideraciones del presidente francés, Enmanuel Macrón, sobre las relaciones entre la Unión Europea y China.

El chillón parlamentario republicano tuvo a bien enjuiciar la afirmación del jefe de Estado galo acerca de que el occidente del Viejo Continente debería valorar cuidadosamente no dañar sus relaciones con el gigante asiático, al que los sectores hegemonistas norteamericanos consideran un peligroso enemigo.

Lo consabido

Que Enmanuel Macrón haya admitido que Europa Occidental debe intentar no involucrarse en la política agresiva de Washington contra Pekín luego de su visita al gigante asiático, no podía ser bien visto por un individuo como Marco Rubio y otros de su claque.

No es que el presidente francés haya decidido romper con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y su jefe gringo, pero al menos de vez en vez se permite tales deslices, nada agradables para quienes asumen que Europa del Oeste es su fiel carne de cañón lista para el asador.

Por tanto, Marco Rubio se sintió en el derecho y el deber de llamar a capítulo tan mal chiste. Así, le advirtió a sus aliados otanistas que su compromiso con Washington es total y obligatorio, y que cualquier disidencia puede serles cara, incluso dejándolos solos en el peliagudo asunto de Ucrania.

No jugar con candela

Marco Rubio tuvo también el cuidado de recordar a los líderes euro occidentales que “están con nosotros o contra nosotros”, y ello implica sumisión total a la defensa prioritaria de los intereses globales de los Estados Unidos.

No importa que, por ejemplo, hace apenas unos meses, Washington decidiera, porque SÍ, entregar submarinos atómicos a Australia para “presionar” a China, y desbaratara un acuerdo ya en marcha por el que Francia suministraría sumergibles convencionales a los australianos.

En pocas palabas, de ti lo exijo todo, y lo tuyo me importa un bledo. Esa posición evidencia el poco valor que Washington concede a aquellos que titula sus “aliados” y en realidad trata como siervos.

Y de esa indecente escuela procede justamente Marco Rubio.

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