La Habana, Cuba. – Un símbolo es una figura, un objeto que representa algo o a alguien y que es expresión de una idea, un sentimiento.

Como en todos los países, Cuba tiene sus símbolos identificados con el concepto de Patria. Son tres: la bandera, el himno y el escudo nacional.

Hoy más que nunca los símbolos nacionales son exponentes de su soberanía e independencia por el contenido patriótico e histórico que los forman, y encarnan las luchas por la independencia, las poderosas cargas al machete que hicieron temblar al coloniaje español; simbolizan a Martí, Maceo, Céspedes y a todos los patriotas que con desinterés y afán integraron filas en las luchas libertadoras.

Somos, por ende, una nación orgullosa y digna, con su amalgama étnica y la impronta de un legado de rebeldía y tradiciones.

Decoro y vergüenza

El Himno Nacional y la bandera de la estrella solitaria son dos símbolos inseparables de la nación como los conceptos de Patria y Cultura. La Bandera cubana nació en el marco de la guerra, y enarbolada por Céspedes, presidió las primeras batallas.

Ya en la Asamblea Constituyente de Guáimaro, se acordó que ondeara la que todos conocemos hoy y por la que tantos cubanos han derramado su sangre.

Diseñado, al igual que la bandera, por Miguel Teurbe Tolon, el Escudo nacional ha sufrido algunas evoluciones, siendo la máxima representación del Estado, de la Patria y, como la bandera y el Himno, atributos de nuestra nación.

Hoy, cuando recurrentes ecos mediáticos proyanquis claman por una intervención y se denigra y ultraja a la Patria y a sus símbolos identitarios, el llamado es al decoro y a la vergüenza desde el deber.

Razón de ser

Somos un pueblo forjado en la lucha y en el esfuerzo común por hacer de Cuba una nación libre y soberana, cuyos símbolos patrimoniales tienen el respaldo de cuerpos legales, como la propia Constitución.

Aquellos que hoy intentan desvirtuar y transformar la esencia de una consigna con la que han crecido y hasta muerto generaciones de cubanos, no tienen cabida aquí.

Patria o Muerte no es una mera consigna sino la expresión incondicional de lucha de un pueblo entero, y luz y razones de quienes la amamos y defendemos, porque sin Patria ninguna persona digna vive.

De ese espíritu hay que imbuir a las nuevas generaciones y nuestros niños tienen en el Hombre de La Edad de Oro el mejor entendimiento en su prosa y acción. Basta con poner en sus manos, mentes y corazones una historia que nos honra y que es nuestra razón de ser.