La Habana, Cuba. – El mentor del colegio El Salvador, en el Cerro, selló los ojos el 22 de junio de 1862 y su muerte estremeció a La Habana que tributó un sepelio al que acudieron más de 6 mil personas y se contaron cerca de quinientos carruajes.

Así se fue José de la Luz y Caballero, a quien José Martí llamó “sembrador de hombres”; Manuel Sanguily lo amó profundamente; y a su muerte el Capitán General decretó homenaje póstumo al “destacado director del colegio San Salvador”.

El maestro abogó por el aprendizaje mediante la observación y la experimentación, desterró del claustro el memoricismo infértil y engrandeció el sentido de la nacionalidad cubana.

José de la Luz y Caballero, el de magisterio sensible y creador, dejó la impronta de su pensamiento al escribir: “Nada robustece tanto el entendimiento, como la costumbre de no admitir más que lo demostrado”.

Tiempo para hacer hombres

José de la Luz y Caballero expresó: “Si Miguel Ángel crea el Moisés, el Shakespeare crea el Hamlet, el maestro crea un hombre”, y es que para él, nobleza fructificadora era el magisterio.

En el pedagogo, nacido en La Habana el 11 de julio de 1800, cada paso de la vida estuvo entrañablemente ligado a la formación de personas íntegras, inteligentes y cultas; supo hacer pensar.

Manifestó, incluso, que prefería ver desplomadas las estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, sol del mundo moral. Y hermosamente confesó: “Yo no hago libros, porque me falta tiempo para hacer hombres”.

La huella de José de la Luz y Caballero se aprecia de un solo golpe: más de 200 cubanos que fueron sus discípulos, después estuvieron combatiendo en las guerras del 68 y el 95.