La Habana, Cuba.- Tengo derecho al trabajo para crear con mis fuerzas las cosas que necesito y, de paso, las superfluas, sin ambiguas ambiciones ni sofocantes urgencias.

Derecho al suelo que piso y a una vivienda cuya modestia o boato de mis esfuerzos dependa. A instruirme y educarme, y a educar en consecuencia para que sean mejores las generaciones nuevas.

Derecho a una cultura que me quite las cadenas de pequeñeces mundanas y mundanas exigencias. Derecho a los hospitales donde la asistencia médica atiende a mi historia clínica pero no a mi billetera, ni a mi rango, mis orígenes, o los regalos que ofrezca.

Tengo derecho al respeto sin distinción de moneda; a mi país, a mi patria, a mi pueblo y mi bandera, y derecho a mis derechos sin que vengan por la izquierda.

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